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28 Dic Delitos, patos y dejación de funciones

patoEn un mundo ideal los periodistas deberían llegar enseñados a los medios de comunicación. Aunque tradicionalmente se considere, incluso por parte de los propios licenciados, que la carrera de Periodismo es de las que tienen un nivel de exigencia más bajo, se diría que el dominio de la propia lengua -hablada, leída o escrita-, la herramienta principal de su tarea, debería ser para ellos primordial. Por desgracia, justamente los periodistas se han convertido en los principales difusores de esa licuefacción del castellano que aquí conocemos como neoespañol y que podemos leer y oír a diario, a menudo varias veces al día.

Así, una joven pero ya veterana periodista de una cadena de televisión privada, a la que en sus intervenciones se ve muy orgullosa de su agudeza y del acorralamiento de que hace objeto a sus tertulianos o entrevistados, le suelta con gesto astuto a uno de estos últimos en un reportaje sobre la corrupción política en Cataluña:

-Entonces, ¿te quisieron colgar el pato?

Criatura de Dios, que has mezclado dos frases hechas. Por si te interesa, o le interesa a alguien: “Colgar el muerto” y “Hacer pagar el pato”.  Es verdad que las dos quieren decir lo mismo, que a alguien se lo quiere hacer responsable de algo que no ha hecho, pero eso no significa que se puedan mezclar.

El siguiente ejemplo me parece incluso más grave, porque proviene de un periodista que trabaja en un prestigioso diario nacional de gran tirada, donde se ocupa de las críticas o las reseñas de música no clásica.

Al hablar de un gran concierto homenaje a una cantante ya fallecida, que la televisión pública después troceó y fue dando durante varios días a altas horas de la madrugada, el periodista empieza su artículo escandalizado, diciendo:

“Es delito de guardia” [lo que han hecho, se sobreentiende].

¿Delito de guardia? ¿Hay acaso unos delitos de guardia y otros que no lo son? ¿Qué significa eso?

Nada en absoluto, por lo que cabe deducir que se refiriese a que el hecho era “de juzgado de guardia”, es decir, un tipo de delito tan grave que no puede esperar los trámites de una denuncia corriente, sino que debe ser denunciado de inmediato en el juzgado de guardia.

Pero con llamar bastante la atención la ignorancia del redactor o periodista, la llama mucho más que un diario como ese, que forma parte de un gran grupo con dinero y prestigio, no tenga una figura antes fundamental en las redacciones, que era precisamente la de redactor jefe, la persona que controlaba la escritura de los contenidos y que tenía la potestad de cambiarlos o incluso desestimarlos. Evidentemente, ayudado por un equipo de redactores.

¿Qué les pasa a ese diario y a otros? ¿Que, como las editoriales, quieren ahorrar en correctores y revisores de pruebas? ¿O, yendo más allá, que se quieren ahorrar incluso la figura clave e imprescindible del redactor jefe?

Porque lo que asusta pensar es que no sea nada de eso y que esa persona no haga lo que debe e incurra de manera permanente en dejación de sus funciones, que es lo que parecen sugerir las muchas barbaridades de la lengua que publica el diario que supuestamente lo tiene contratado.

O bien que, como la mayoría de asalariados de este país, se enfrente a una carga de trabajo que lo supere y lo asfixie, digamos la carga de trabajo que les correspondería a dos o tres personas, en vez de a una sola.

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