03 Jun ¿Empinar los codos?
En neoespañol hay dos maneras de elaborar frases hechas. Una, la más fácil, consiste en juntar trozos de otras preexistentes, como en:
“Estoy hecha un saco de nervios”,
que se correspondería con su complementaria:
“Parece un manojo de huesos”.
Las expresiones originales en español, ahora casi olvidadas, son: “Estar hecho un manojo de nervios” y “Parecer un saco de huesos”.
Y luego hay la forma difícil, porque requiere mayor creatividad y que el hablante aporte un grado más elevado, si cabe, de confusión mental.
Sería el caso del ejemplo recogido en la entrada “Frases hechas” de este mismo blog y también en la de hoy.
Está a punto de haber exámenes de selectividad y entre las noticias de temporada toca cubrir ésa y preguntarles cosas a los alumnos que van a presentarse.
Uno de ellos, un chico con pinta de estudioso, dice que el examen suele ser difícil y que para pasarlo va a tocar
“empinar los codos”.
¿Empinar los codos? ¿Antes? Pues menudo examen le va a salir.
Porque en español “empinar el codo” (en singular) quiere decir beber mucho. Sin duda el chico incurrió en una Combinatoria neoespañola entre esa expresión e “hincar los codos” (aquí sí en plural), que significa estudiar con ahínco.
Es un joven que ni siquiera ha pasado la selectividad, pero desde luego apunta maneras de neohablante consumado, o demuestra ser muy receptivo al batiburrillo lingüístico que lo rodea.
Menos mérito tienen en cambio un maduro periodista y una tertuliana política (dado que por razones de edad han tenido más tiempo para aprender la nueva lengua), cuando dicen, respectivamente, uno que
“La moto se dio a la huida”
mezclando “darse a la fuga” y “huir”, un trueque ya bastante habitual.
Y ella, más original, informando de que la expresión de un político
“estaba a medio caballo entre la risa y el enfado”.
Cabe deducir que lo que quería decir era que esa expresión estaba “a medio camino” entre la risa y el enfado, o bien “a caballo” de ambas. Aunque en este terreno no sea fácil aventurar nada. También podría ser una frase de creación propia, que tuviera en cuenta que antes los caminos se recorrían a caballo.
¿Por qué en neoespañol las oraciones se descomponen y corren a unirse de estas maneras aleatorias?
La verdad es que no puedo contestar a la pregunta. El propio dinamismo de la neolengua hace difícil establecer unas pautas fijas, pero para su aprendizaje baste saber que este tipo de mezclas arbitrarias no sólo es posible, sino aconsejable. Y me atrevería a decir que cuanto menos recurran a la lógica para construirlas, mejor.
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