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12 May Pereza mental

images8HSOZ103Hasta ahora no se ha hablado aquí de un elemento fundamental del neoespañol: la pereza mental.

Y sin embargo es un requisito casi imprescindible en esta lengua.

No todo es cambiar el máximo de palabras que se pueda por otras que no signifiquen lo mismo o incluso que no signifiquen nada, triturar la sintaxis o bailar conceptos. No pensar ni un segundo lo que se va a decir es importantísimo para avanzar en el aprendizaje.

Si lo practican un poco, aunque sea de manera experimental, verán que ofrece múltiples ventajas.

Por ejemplo, con esta ley del mínimo esfuerzo se pueden ahorrar todos los subjuntivos, como hace, entre muchos miles, el autor de una novela, cuyo protagonista propone:

“Volvamos a casa, quiero pasar la noche juntos”,

en lugar del mucho más laborioso y a estas alturas casi kitsch:

“Volvamos a casa, quiero que pasemos la noche juntos”.

También, con las dosis justas de pereza, se pueden conseguir logros como el de una prestigiosa periodista de famosa agencia de noticias, que en una entrevista a un conocido escritor utiliza la siguiente neoforma verbal:

“El autor está trizado entre la piratería y Hacienda”.

Aunque en este caso no sepamos bien si la locución verbal que se pretendía usar era “hecho trizas” o quizá el verbo “triturar”.

¿“El autor está hecho trizas (o triturado) entre la piratería y Hacienda”?

¿“Machacar”?

¿”El autor está machacado entre la piratería y Hacienda”?

¿”Desesperar”?

¿”El autor está desesperado entre la piratería y Hacienda”?

 

Me temo que nunca lo sabremos.

 

 

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